“Los sistemas de atención de salud occidentales se han construido alrededor del concepto de atención centrada en el paciente (…) y el virus explota eso”. Esa es la premisa de la que parten los 12 médicos que trabajan en el Hospital Juan XXIII de Bérgamo, con flamantes instalaciones de última generación con 48 camas de cuidados intensivos. Pero todo es insuficiente para contener al Covid-19 y a su capacidad de contagio.

Por eso, la idea de concentrar la atención a los pacientes parece echarle combustible a un fuego ya muy avanzado, al menos en Italia: “En una pandemia, la atención centrada en el paciente es inadecuada y debe ser reemplazada por una atención centrada en la comunidad. Se requieren soluciones para Covid-19 para toda la población, no solo para los hospitales. La catástrofe que se desarrolla en la rica Lombardía podría ocurrir en cualquier lugar”, alertan.

Entre los médicos que firman la publicación están Mirco Nacoti, Angelo Giupponi, Pietro Brambillasca, Federico Lussana, Michele Pisano, Giuseppe Goisis, Daniele Bonacina, Michele Pisano, Federico Lussana, Francesco Fazzi, Richard Naspro y Luca Longhi, todos con cargos importantes en el Juan XXIII: “Nuestro propio hospital está muy contaminado, y estamos mucho más allá del punto de inflexión”, señalan.

También dejan en claro el drama de tener que elegir entre a quiénes tratar de salvarle la vida y a quiénes no: “El 70% de las camas de la UCI en nuestro hospital están reservadas para pacientes críticos con Covid-19 con una posibilidad razonable de sobrevivir”.

La noticia de la muerte de los pacientes ya no significa lo mismo. “Operamos muy por debajo de nuestro estándar de atención normal (…) Los pacientes mayores no están siendo resucitados y mueren solos sin los cuidados paliativos apropiados, mientras que la familia es notificada por teléfono, a menudo por un médico bien intencionado, agotado y emocionalmente agotado sin contacto previo”.

El documento impacta, porque el hospital Pío XXIII es modelo en la región. ¿Qué pasa entonces en los otros centros de salud cercanos? “La situación en los alrededores es aún peor. La mayoría de los hospitales están superpoblados, casi colapsados, mientras que los medicamentos, los respiradores mecánicos, el oxígeno y el equipo de protección personal no están disponibles. Los pacientes yacían en los colchones del piso. El sistema de atención médica tiene dificultades para brindar servicios regulares, incluso atención del embarazo y parto, mientras que los cementerios están abrumados, lo que creará otro problema de salud pública”. La imagen de los camiones del ejército trasladando los féretros de los fallecidos porque el cementerio de Bérgamo está -otra vez aparece la palabra- colapsado, refleja lo dicho por los doctores.

También alertan sobre lo que sucede fuera de los hospitales: “Se descuidan las comunidades, los programas de vacunación están en espera y la situación en las cárceles se está volviendo explosiva sin distanciamiento social. Hemos estado en cuarentena desde el 10 de marzo. Desafortunadamente, el mundo exterior parece ignorar que en Bérgamo este brote está fuera de control”, concluyen.

La atención centralizada está en el centro del cambio que reclaman los médicos: :”Se requiere un cambio de perspectiva hacia un concepto de atención centrada en la comunidad”, insisten, además de plantear una crítica al manejo de las autoridades de la salud. “Lo que estamos aprendiendo dolorosamente es que necesitamos expertos en salud pública y epidemias, sin embargo, este no ha sido el enfoque de los tomadores de decisiones a nivel nacional, regional y hospitalario. Nos falta experiencia en condiciones epidémicas, lo que nos guía a adoptar medidas especiales para reducir los comportamientos epidemiológicamente negativos”.

“Estamos aprendiendo que los hospitales podrían ser los principales portadores de Covid-19, ya que están rápidamente poblados por pacientes infectados, lo que facilita la transmisión a pacientes no infectados. Nuestro sistema regional transporta a los pacientes 1, lo que también contribuye a propagar la enfermedad a medida que las ambulancias y su personal se convierten rápidamente en vectores. Los trabajadores de la salud son portadores asintomáticos o enfermos sin vigilancia; algunos podrían morir, incluidos los jóvenes, lo que aumenta el estrés de los que están en la línea del frente”.

Cómo combatir el terrible poder de contagio entonces, si la reacción habitual de los pacientes y sus familiares ante un peligro grave es reclamar atención en el lugar al que todos concurrimos cuando necesitamos ayuda médica: “Este desastre solo podría evitarse mediante el despliegue masivo de servicios de extensión. Se requieren soluciones pandémicas para toda la población, no solo para los hospitales. La atención domiciliaria y las clínicas móviles evitan movimientos innecesarios y liberan presión de los hospitales”.

Sostienen que “la oxigenoterapia temprana, los oxímetros de pulso y la nutrición se pueden administrar en los hogares de pacientes con enfermedades leves y convalecientes, estableciendo un amplio sistema de vigilancia con aislamiento adecuado y aprovechando instrumentos innovadores de telemedicina”.

De esta manera “se limitaría la hospitalización, disminuyendo así el contagio, protegiendo a los pacientes y los trabajadores de la salud, y minimizando el consumo de equipos de protección”.

Por último, reclaman que en los hospitales “se debe priorizar la protección del personal médico”. Ante la abrumadora superioridad de la enfermedad sobre el sistema, los trabajadores de la salud quedaron muy expuestos y la peste deshizo el rigor profesional: “No se deben comprometer los protocolos; El equipo debe estar disponible. Las medidas para prevenir la infección deben implementarse de manera masiva, en todos los lugares e incluidos los vehículos. Necesitamos pabellones y operadores de hospitales Covid-19 dedicados, separados de las áreas libres de virus”, sentencia el documento.

Reclaman además un cambio de política a largo plazo para enfrentar una futura pandemia: “Este brote es más que un fenómeno de cuidados intensivos, más bien es una crisis de salud pública y humanitaria (…) Requiere científicos sociales, epidemiólogos, expertos en logística, psicólogos y trabajadores sociales. Necesitamos urgentemente agencias humanitarias que reconozcan la importancia del compromiso local. La OMS ha declarado su profunda preocupación por la propagación y la gravedad de la pandemia y por los alarmantes niveles de inacción. Sin embargo, se necesitan medidas audaces para frenar la infección. El bloqueo es primordial: el distanciamiento social redujo la transmisión en aproximadamente un 60% en China. Pero es probable que se produzca un nuevo pico cuando las medidas restrictivas se relajen para evitar un gran impacto económico”.

La frase final parece interpelar directamente a los gobiernos occidentales, a quienes le reclaman un plan transnacional, un punto de referencia compartido para comprender y combatir este brote: “El coronavirus es el ébola de los ricos”.