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Fabrican con algas marinas una fibra óptica comestible y biodegradable

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El carácter natural del material, el agar, le abre el camino para el uso en la medicina.

Tecnólogos de la Universidad de Campinas (Sao Paulo, Brasil) han logrado obtener una fibra óptica a partir del agar, una gelatina vegetal que se obtiene de algunas especies de algas marinas.

El invento transmite la luz a distancia con una pérdida óptica algo mayor que los polímeros utilizados con este fin y no es muy resistente a los líquidos, pero su desarrollo buscaba otras ventajas. Una de las principales es que es completamente natural, comestible, biocompatible y biodegradable, según afirma un comunicado difundido el viernes pasado por la Agencia de Apoyo a la Investigación del estado de Sao Paulo.

La aplicación principal de esta fibra sería médica: permitirá obtener imágenes en vivo de las vísceras, detectar los microorganismos que albergan y administrar la luz para la fototerapia o el diagnóstico y, en particular, estimular las neuronas para estudiar los circuitos neuronales. En el caso concreto de los microorganismos, podría funcionar como un sensor y al mismo tiempo para potenciar su crecimiento, puesto que, al igual que los humanos, pueden alimentarse de agar y productos derivados.

Los investigadores de la universidad brasileña procuraron encontrar un equilibrio entre estos productos para evitar las burbujas de aire que aparecen en el componente principal y más funcional de la fibra, la agarosa. Su fibra no se extruye como el plástico o el vidrio, sino que se moldea, puesto que la solución gelatinosa requiere tiempo para solidificarse.

El producto obtenido tiene un diámetro externo de 2,5 milímetros y seis orificios cilíndricos de medio milímetro de ancho cada uno. El autor principal de la innovación, Eric Fujiwara, estima que, si fuera necesario, se podría disminuir el espesor y también adaptar el índice de refracción o la geometría de la fibra variando la composición del agar y el diseño del molde.

El material fue sometido a pruebas en un medio tan agresivo como la acetona, donde los cambios en el estado de la fibra reducen su funcionalidad en cuestión de segundos, y también en agua, que permite mantener la forma. Un artículo que el equipo de Fujiwara publicó en la revista Scientific Reports a finales de abril pasado recogió los resultados de esos test.

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