Por lo general, es al individuo al que culpamos por la fatiga, cuando la culpa reside en la cultura laboral en la que está inmerso.

March
10, 2020

7 min read

Las opiniones expresadas por los colaboradores de Entrepreneur son personales.


“Sobre lo que las empresas de alto desempeño deberían esforzarse por crear: Un gran lugar para que grandes personas hagan un gran trabajo”. — Marilyn Carlson

Las señales de fatiga estaban por todos lados. Nuestro equipo creció a las dos cifras, y de repente, la cultura laboral cambió. En los 13 años que han pasado desde que lancé mi empresa JotForm, desde mi departamento en Nueva York, nuestro producto ha llegado a millones de personas en todo el mundo. Estábamos creciendo, pero en algún punto del camino, nuestra administración se estancó.

Miradas vacías.

Reuniones desanimadas.

Irritabilidad crónica.

Éramos como la tripulación de un barco perdido en alta mar. Los mejores empleados, los que alguna vez eran enérgicos y determinados a actuar, batallaban para mantener la compostura. Otros agachaban la cabeza y trabajaban sin parar, sin tomar descansos durante el día. Para cuando llegaba el viernes, ese pedazo de tierra por fin a la vista, la gente estaba tan cansada que ni siquiera le sacaba plática al de al lado.

Necesitábamos hacer algo, ¿pero qué?

Como líderes, lo más fácil es culpar a los individuos del cansancio emocional. Pero en una historia para el Harvard Business Review, Jennifer Moss argumenta que el cansancio tiene que ver con el ambiente laboral que hemos creado, no con las particularidades de la gente. Escribe:

“Tendemos a pensar en la fatiga como un problema individual, algo que puede resolverse ‘aprendiendo a decir no’, haciendo más yoga, con mejores técnicas de respiración, practicando la resiliencia… y la lista de auto-ayuda continúa. Pero cada vez hay más pruebas de que aplicar soluciones personales tipo curita a un fenómeno laboral épico y en rápida evolución, puede estar perjudicando, y no ayudando, a la batalla”.

La fatiga se puede prevenir

Ya he escrito sobre la “víbora en la habitación”. Es mi metáfora personal sobre cómo la fatiga está afectando a muchas industrias a una velocidad impactante, desencadenando una espiral descendente en el desempeño individual y organizacional. Las investigaciones me respaldan en esto: Una encuesta realizada por Gallup en 2018 a 7,500 empleados de tiempo completo, encontró que “los empleados fatigados son 63 por ciento más propensos a pedir días por enfermedad y 2.6 veces más activos en la búsqueda de un nuevo trabajo”.

Hay muchos factores que contribuyen a esta olla de presión, pero tal como concluye la encuesta, la fatiga no es inevitable. Los líderes que se preocupan por su gente pueden, y deben, hacer algo para prevenir que esta víbora muerda en su oficina.

Aunque encontrar el sistema correcto ha sido un proceso de prueba y error a lo largo de los años, me gustaría compartir tres estrategias que me permitieron girar el curso de JotForm.

1. Deténte y hazte las preguntas difíciles

Los fundadores pueden terminar tan metidos en el trabajo de construir y mantener su empresa a flote que no logran ver lo que está frente a ellos.

“La fatiga puede aparecer cuando los líderes equiparan el trabajo de muchas horas con el progreso” escribe Moss en otro artículo para Harvard Business Review, “cuando existe una expectativa implícita de que el personal debe ir a trabajar a pesar de las enfermedades mentales y físicas, y cuando los entornos de ventas centrados en la producción, remotos e internos tienden a llevar la construcción de relaciones a un segundo plano, lo que se ha demostrado que aumenta la soledad.” 

El primer paso para revertir este problema sistemático es analizar detenidamente el papel del liderazgo en la promoción de expectativas poco saludables. Podemos lograrlo si continuamente nos hacemos preguntas como: ¿Por qué nuestros oficina no tiene las condiciones que nuestro equipo necesita para prosperar? ¿Qué puedo hacer para que éste sea un ambiente más feliz y saludable? ¿Estoy poniendo a la persona por encima del producto o viceversa? Haciendo las preguntas difíciles podemos ir al siguiente paso.

2. Aborda la raíz de la fatiga

No caigas en el dilema de lidiar con el cansancio de los empleados cuando éstos estén considerando irse. Evita esto invirtiendo tiempo y recursos para combatir la fatiga antes de que ocurra (y no, esto no tiene que ver con comprar decenas de mesas de ping-pong ni con instalar barras de cereal). Aquí te pongo algunos ejemplos de cómo he creado un espacio laboral libre de fatiga:

  • Fomenta los límites. Muchas personas creen que la única forma de salir adelante es trabajando 80 horas a la semana y sin pedir vacaciones jamás, pero es la administración la que tiene que encargarse de poner estos límites, fomentando horarios flexibles y una carga de trabajo manejable. Por ejemplo, en JotForm entendemos que todos tienen un patrón de trabajo diferente, y permitimos que los que son más nocturnos lleguen a una hora diferente que los que prefieren madrugar. También le hemos pedido a los empleados que no revisen Slack después del trabajo para promover un tiempo de verdadera recuperación. Tal como lo dice Moss, “Necesitamos enseñarle a la gente que poner límites está bien. No es algo egoísta, sino desinteresado. Te permite ser más efectivo en lo que haces, y ayudar mejor a los que quieres servir”.

  • Practica la comunicación regular y efectiva. Según esa misma encuesta de Gallup, los empleados que están totalmente de acuerdo en que se sienten respaldados por su jefe tienen aproximadamente un 70 por ciento menos de probabilidades de sufrir agotamiento de manera regular. Puede que nada le demuestre mejor tu apoyo a la gente que haciéndole saber que pueden acercarse a ti con cualquier preocupación. Para esto, me he propuesto agendar largos paseos de camino a comer con los nuevos empleados, para poder conocerlos mejor. También he implementado Días Demo los viernes para que los equipos puedan mostrar en lo que han estado trabajando y recibir retroalimentación constructiva.

3. Pregúntale a tu equipo lo que necesita, y luego haz algo al respecto

Incluso los cambios más pequeños como arreglar una impresora descompuesta o una cafetera pueden hacer una gran diferencia a la hora de manejar las irritaciones laborales diarias. Pero esto sólo es la punta del iceberg a la hora de abordar el tema de la fatiga. Hazte el propósito de revisar regularmente con tus empleados lo que no está funcionando. Esta es una forma invaluable para detectar los problemas antes de que se conviertan en algo enorme.

Algunas preguntas adicionales que puedes hacer: ¿Tu equipo tiene los recursos necesarios para hacer su trabajo? ¿En qué creen que deberíamos invertir más presupuesto? ¿Qué haría que su ambiente laboral fuera más cómodo?

Pero recuerda que el hecho de preguntar no es suficiente. Tu equipo tiene que ver que haces algo al respecto. Involucrarte en este proceso permite a los empleados ser testigos del liderazgo y de cómo este toma en cuenta sus necesidades.

Y lo más importante: les demuestra que su opinión, esfuerzo y bienestar importa.